Las cavernas son entradas al inframundo, creían las culturas prehispánicas. Por eso debemos pedir permiso a la Madre Tierra para explorar sus oquedades.
En medio de la selva se enciende un sahumerio; el humo del copal baña el cuerpo y purifica el alma; cada quien en silencio eleva una oración de agradecimiento (y como remedio para ahuyentar el miedo). Cuando la ceremonia termina y uno se ha armado de valor, espera su turno, el arnés se sujeta bien y, ahora sí, a deslizarse por una cuerda hasta las entrañas de la tierra.
El sótano del Popocatl, en la comunidad de Totomoxapa, en la sierra veracruzana de Zongolica, es un agujero natural, una formación geológica con una profundidad de 90 metros y un diámetro en su boca de 50. Para los expertos en espeleísmo tal vez el descenso no constituya un reto abismal, pero al mirar la cascada que se desborda dentro de este sumidero, saben que ha valido la pena venir.
El descenso se hace a rappel: 30 metros de apoyo en pared, sobre una pendiente de 75°, aproximadamente y, luego, una caída vertical de 50 metros.
La brisa de la cascada hace de las suyas y antes de tocar fondo no queda una sola parte seca del cuerpo (a los muy friolentos se les sugiere llevar un traje de neopreno). La entrada al inframundo es un repertorio de claroscuros, de luces que se filtran y juegan con el agua a formar arco iris. El equipo se comunica por medio de silbatazos porque el estruendo del agua se impone como la voz cantante.
Allá abajo se ha formado una poza que en tiempos de lluvias se convierte en un lago. Un río corre a través de una caverna de 800 metros, mismos que se caminan con la ayuda de una linterna y mismos en los que uno puede ver peces ciegos y descoloridos, golondrinas, arañas y hasta serpientes.
El ascenso se hace por el mismo lugar donde se entró. Los guías previamente dan un pequeño curso de ascensión; si la persona no puede hacerlo, lo suben por medio de poleas.
La primera vez que se descendió el sótano del Popocatl fue en los años 70. Los exploradores fueron de origen tejano.
Siglos antes los totonacas veneraban a sus dioses y dejaban ofrendas en estas cavernas (Popocatl es una de ellas) para agradecer y pedir por la buena cosecha. Actualmente, la ceremonia se repite cada primer viernes de marzo en la cueva de Totomoxapa, a muy corta distancia del sótano. La velada, que transcurre entre cantos indígenas y sahumaciones, ha sumado ritos católicos a sus raíces.
Según me cuenta Gabriel Gómez Rosete, miembro de URION (Unión de Rescate e investigación de Oquedades), filial de UMAE (Unión Mexicana de Agrupaciones Espeleológicas) y guía de Mountain Sports Mexico Expediciones, en las montañas altas de Veracruz se han contabilizado 350 cavernas exploradas hasta el momento.
DETALLES PREVIOS
II CÓMO LLEGAR
En auto o en autobús hasta Córdoba u Orizaba, y de ahí hasta la comunidad de Totomoxapa. El tiempo de recorrido es de cuatro hora y media, aproximadamente. Te recibirá el señor Lorenzo.
II GRADO DE DIFICULTAD
Se camina un kilómetro desde Totomoxapa hasta el sótano. Dentro del Popocatl se camina casi el doble. El ascenso a rappel lo puede hacer incluso un niño de nueve años. Se recomienda a personas con una condición física adecuada para poder realizar estas actividades.
II CUÁNDO IR
La mejor temporada es de febrero a mayo cuando no hay lluvias.
II PAQUETE
Dos días que pueden incluir campamento, equipo completo, guía especializado, comida rural, bebidas hidratantes durante la excursión, temascal, sahumación y gastos médicos. La transportación desde Córdoba u Orizaba cuesta 250 pesos. Precio: mil 800 pesos por persona (está sujeto a cambios).
II MÁS EN…
Tel. 01 (272) 1314 081. www.msmexpediciones.com
Sótano de las Golondrinas
Un remolino negro sale de la oquedad con los primeros rayos del sol. Aún hay neblina, la tierra huele a nueva y esa parvada negra contrasta con el verde de la selva huasteca.
Los vencejos, que se confuden con las golondrinas, han salido en busca de su alimento. Se alista uno que otro gavilán que va por ellos.
Estas aves viven dentro de uno de los sótanos más famosos del mundo, declarado Reserva de la Biosfera de San Luis Potosí. Su nombre es Sótano de las Golondrinas, irónico porque esta especie aquí no vive.
El turista común llega después de haber caminado cuesta abajo una hora. Aún tienen el alba encima y hay que esperar con paciencia y una taza de café porque las aves no tienen una hora precisa para comenzar el show. Observarlas es el único privilegio si es que no se tiene experiencia en espeleísmo.
Los vencejos salen disparados por un agujero de 60 metros de diámetro, el cual se expande hasta los 300. De sus 510 metros de profundidad, 376 de ellos son en caída libre, aprovechados por espeleólogos y paracaidistas. En este sitio no se trata de hacerse el valiente y descenderlo así por que sí. Se debe primero aprobar el examen de práctica que diseñaron los ejidatarios, ellos conocen a la perfección su sótano. Los expertos también pueden pernoctar en el fondo.
Sótano de las Huahuas
Un sendero rodeado de cafetales te entretiene durante el camino. Las plantas se unen en sus copas y encierran un túnel natural. Los frutos rojos del café se lucen en contraste con los verdes aún por madurar.
Durante el camino, como un griterío intermitente, sorprenden las bandadas de huahuas que revolotean en el cielo.
Un día, sin esperarlo, el suelo de la Huasteca potosina se colapsó formando un sótano de 478 metros de profundidad, con una boca de 80 metros de diámetro: ahí está el salón de las Huahuas, el nombre étnico de las cotorras.
Al atardecer los visitantes se colocan en el mirador natural para contemplar el vuelo de las aves que regresan. Entran como flechas, a una velocidad de 120 kilómetros por hora.
Existen prestadores de servicios que te llevan a estas dos maravillas. Ofrecen actividades como rappel o simplemente caminatas. Información: www.ecomextours.com y www.msxpediciones.com.mx (V.R.)
Sima de las Cotorras
Entre pastizales y arbustos se formó un hundimiento de 140 metros, con un diámetro de 160. En el fondo creció un pequeño bosque, con árboles de hasta 30 metros de altura, refugio de conejos, tejones, ardillas, armadillos, miles de aves, entre ellas las chachalacas y, en especial una gran cantidad de cotorras.
La sima, motivo de peregrinaje para buscadores de aventura, se localiza a tan sólo a 45 kilómetros de Tuxtla Gutiérrez y a 19 kilómetros de la cabecera municipal de Ocozocuautla, en el estado de Chiapas.
Desde ahí se toma un camino de terracería que conduce a la localidad de Piedra Parada. El trayecto a la sima es únicamente de dos kilómetros.
Las rocas calizas que forman paredes ásperas parecen estar encimadas unas sobre otras, como capas ordenadas.
En ellas se observan pinturas rupestres que se cree pertenecen a la etnia zoque: figuras de manos y animales relacionadas probablemente con diversos eventos astronómicos como los eclipses lunares.
Por las mañanas, de febrero a noviembre, emergen desde el fondo un sinfín de cotorras que le dan nombre al lugar.
La observación no es el único atractivo, también se pueden hacer caminatas, cabalgatas, escalada en roca, rappel e incluso dormir bajo las estrellas en una tienda de campaña o en una cómoda cabaña en un centro ecoturístico muy cerca del lugar que cuenta con servicio de restaurante y guías capacitados.
El costo de entrada a la Sima de las Cotorras es de 20 pesos por persona.
Otra opción es pasar la noche en Tuxtla Gutiérrez y madrugar para visitar esta gran olla.
Quién te lleva
La operadora Nichim Tours diseñó un recorrido que incluye el Cañón de la Venta y la Fosa o Sima de las Cotorras saliendo de la capital chiapaneca. En el segundo punto se observan formaciones rocosas como estalactitas, pinturas rupestres y cientos de cotorras.
Este paseo de ida y vuelta inicia a las seis de la mañana. El precio por persona es de 680 pesos. Incluye transportación, guía, comida y entradas.
Para más excursiones e información del estado en general consulta www.chiapastoursyexpediciones.com/esp/toursdeundia.php (P.G.)
El Zacatón
Dentro del parque Bio Ventura, a 12 kilómetros del municipio de Aldama, Tamaulipas, se encuentra la poza del Zacatón. Clementina es el nombre del robot submarino de la NASA que exploró su gran poza.
La investigación sirvió para declararlo el cenote más profundo del mundo, de 319 metros, con un diámetro de 116. Sheck Exley, el mejor buceador mundial de cuevas, lo llamó “abismo sin fondo”
Sus tranquilas aguas, de color verde oscuro, dan la apariencia de estar estancadas; sin embargo, en el fondo existe un túnel natural de 180 metros de largo que comunica la poza con el río Nacimiento.
Además de conocer el cenote se puede nadar en la Poza Verde, una extensión del Zacatón, menos profundo (48 metros) o en la o en la Pilita, una pequeña alberca natural.
Sobre el cenote se colocó una tirolesa de 120 metros de largo. Con arneses y casco, también se puede escalar alguna de las paredes verticales de la Poza Verde.
Además de la observación de aves (muchas de las especies que se encuentran en la Reserva del Cielo se trasladan a este lugar) hay paseos en kayak para quienes buscan más que una simple contemplación de la naturaleza.
Emotion Team es de las pocas touroperadoras que realizan recorridos en esta zona. Un día de actividades va desde los 600 pesos por persona, sin incluir transporte.
Más información en el sitio: www.emotionteam.com. (V.R.)
Sótano del Barro
Uno de los abismos más profundos de la Tierra se encuentra en Querétaro, dentro de la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda. Para alcanzar el suelo habría que descender 450 metros de caída libre. Algunos espeleólogos se aventuran en decir que es el segundo más grande del mundo.
El Sótano del Barro también es el último refugio en el centro del país de una colonia de guacamayas verdes, me dice Margarita Pedraza, coordinadora de Sierra Gorda Ecotours, un proyecto de turismo sustentable para las comunidades de la zona. Por eso, ya no es posible descender este enorme agujero, además se requiere de equipo especializado que es difícil conseguir en México, agrega.
Las cuerdas y el arnés se cambiaron por una experiencia más contemplativa, idónea para quienes le temen a las alturas y a la oscuridad.
Un bosque de encinos rodea los 200 metros de diámetro de la sima. Las guacamayas planean sobre este paisaje en parejas. “Son muy coloridas, de un azul intenso, con mucho verde y rojo; son elegantísimas y enormes, como de un metro de largo”, las describe Margarita.
Su protección se ha incrementado debido a que son una especie monógama: si se muere la pareja no vuelven a aparearse en su vida. Sólo pueden procrear uno o dos polluelos al año. Recientemente se llegaron a contar hasta 90 parejas.
La mejor temporada para admirar estas aves es durante la primavera, cuando están empollando, pues entran y salen del sótano en busca de alimento para sus crías.
La mejor hora es el amanecer. Se organizan recorridos de dos horas que inician en la madrugada y salen desde un albergue en la comunidad de Santa María de Cocos. Los excursionistas van cuesta arriba, por un camino muy pronunciado.
A veces les sale una zorra, un zorrillo, un tlacuache, una vívora. El guía alumbra el camino y les “echa aguas” de dónde pisar. Antes de que salga el sol ya están al borde de la sima, a una distancia prudente, por supuesto.
Pueden asomarse, pero nunca verán el fondo; en cambio, escucharán un griterío. De un momento a otro, salen las guacamayas formando un espiral perfecto, batiendo sus alas, gloriosas y más ruidosas que nunca.
Los expertos que alguna vez lograron bajar contaron que en ese inframundo encontraron un bosque y espinas de puerco espín. Margarita dice que no se sabe si el sótano tenga conexión con otras cavernas.
Cómo llegar
Llega a Pinal de Amoles o a Jalpan de Serra (a tres horas y media de Querétaro). Pasan por ti y te llevan al albergue que cuenta con habitaciones privadas. La gente de la comunidad es la que te ofrece servicios de comidas, guía y transportación. Llama al 01 (441) 2960229.
www.sierragorda.net (G.Z.)
Tomado de: El Universal Online - Destinos
http://www.eluniversal.com.mx/articulos/61420.html
06 diciembre, 2010
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Quien no habla, Chateau no le oye.